Proyecto de vivienda unifamiliar aislada

Los puntos de partida se concentraban en ciertos condicionantes formales promulgados por los clientes que casi se han transformado en un estándar en las pretensiones mayoritarias de los encargos de viviendas unifamiliares.

Ante tales requerimientos, no ha lugar sino a un tratamiento de choque o, en palabras de A. De la Sota, “dar liebre por gato”. Por ello, recogimos de las intenciones de los propietarios aquellos elementos que considerábamos invariantes (superficies, presupuesto, programa…).

Así mismo, abandonamos aquellas otras que considerábamos que dependían casi exclusivamente de nuestra aportación profesional (como creemos que siempre debe ser).

El resto del proceso ha sido un tratamiento sencillo para un programa sencillo. Y una vivienda que tiene, por encima de todo, que funcionar de un modo claro.

Proponemos un esquema en planta baja – la parcela y la ordenanza nos permiten componerlo – basado en un desarrollo muy geométrico, transgredido únicamente por dos transformaciones (giro y traslación de la retícula) y una operación booleana para restarle el espacio que abre el vestíbulo hacia el jardín.

El esquema final comparte una distribución en el plano que separa claramente las áreas de día de la zona de dormitorios. Visualmente vuelca el interior hacia el Oeste a la vez que niega las vistas de los vecinos sobre sí.

Solución sencilla, apariencia sencilla, ausencia de artificios. La cubierta, única, casi queriendo ser plana, cierra horizontalmente el volumen.

Para acceder al garaje, construimos la rampa utilizando el espacio muerto que la ordenanza nos fija para mantener como retranqueo respecto a la parcela lindante por el Este.

Los materiales empleados son, como puede intuirse, sencillos. Piedra y vidrio principalmente, con cubierta de teja curva, tonos grises de la arquitectura popular. Buscando no perder nunca de vista la situación, la tradición y el entorno.